Fuerteventura debería traducirse con una única palabra: playas. Por ello, resumir la espectacularidad de la de Sotavento resulta fácil: es la más difundida de la isla en el mundo. Solo su extensión a lo largo, unos nueve kilómetros, deja boquiabierto al visitante. Con marea vacía, la isla gana tanto terreno que algunos residentes dudan incluso de que Tenerife sea la mayor de las Islas Canarias. Su sol permanente, los enormes charcos que se crean y su infinita arena rubia la hacen digna de otro sinónimo: paraíso.
Tiene una arena fina y blanca y el agua es de tonos turquesa. Tiene una buena superficie y es normal encontrarte con muy poca gente en ella.
Para llegar a esta zona de la playa de Sotavento, debemos tomar un camino de tierra que empieza en el Mirador de Sotavento, que se encuentra en la antigua carretera FV-2, que va de Costa Calma a Morro Jable y corre paralela a la autovía. Bajando ese camino, llegamos a una zona de aparcamiento a pie de playa. Desde aquí, elegimos la zona de la playa que más nos guste, sin aglomeraciones.
Entre la playa y el acantilado hay una zona de vegetación que es perfecta para resguardarse los días de viento.
En realidad, Sotavento reúne cinco playas: La Barca, Risco del Paso, Mirador, Malnombre y Los Canarios. Los interminables paseos junto a sus transparentes aguas no necesitan ni esperar a la bajamar.
Una barrera de arena a 100 y 300 metros de la orilla crea una laguna de tres kilómetros ideal para iniciarse en el windsurf o el kitesurf, muy presentes en la zona. Con un giro de cuello se comprueba muchas veces la soledad a lo largo de miles de metros de arena, océano y placer. Un lujo.