Su localización, en un valle interior y fértil obedece a razones estratégicas, puesto que facilitaba la defensa en caso de incursiones externas, además de contar con salidas naturales a los puertos de la costa occidental de Fuerteventura.
Betancuria fue el segundo asentamiento fundado por los conquistadores normandos en el Archipiélago, aunque se considera la primera ciudad levantada en Canarias.
La villa de Santa María de Betancuria nunca tuvo un aspecto urbano semejante a al de otras ciudades que surgieron en Canarias en los siglos XV y XVI, caracterizándose por la ausencia de trama urbana y auténticas calles. Este urbanismo irregular, único entre las capitales canarias de la época, se puede contemplar en el trazado irregular de sus calles y en la disposición de las construcciones, que se adaptan a la orografía del valle en el que está situado el caserío.
En torno a la iglesia matriz se sitúan los edificios de arquitectura doméstica de mayores dimensiones, vinculados a las familias más importantes. Las casas de mayor interés en esta zona son de dos plantas y gran sencillez compositiva, con cubiertas de tejas a cuatro aguas y predominio de los balcones en las fachadas. El empleo de la madera en estos edificios, un elemento escaso en Fuerteventura, sirve como elemento diferenciador.
En la parte opuesta del barranco se localizan las edificaciones más antiguas, conservando algunos elementos formales del gótico, estilo que trajeron los normandos a Canarias. La homogeneidad, menor volumetría y predominio de una planta dan a las construcciones de esta zona un carácter más modesto que el que ofrece el núcleo situado en torno a la iglesia.
Todos estos elementos de la arquitectura doméstica, religiosa y militar (aún se puede apreciar parte del antiguo Cuartel de Milicias delante de la Casa del Beneficiado) son reflejo de la importancia que durante siglos tuvo la villa de Santa María de Betancuria como capital de la isla y villa señorial, además de marcar el inicio de la vida urbana en Canarias.
Fruto de la importancia de la presencia franciscana en Betancuria es el conjunto franciscano, que actualmente está compuesto por las ruinas de la iglesia conventual de San Buenaventura, las ruinas de las celdas de los monjes adosadas a la iglesia conventual y la ermita de San Diego.
Al salir de Betancuria, hacia el sur, llegamos a la villa de Vega de Río Palmas, en donde encontramos la única infraestructura para almacenar agua: el pequeño embalse de las Peñitas, que actualmente está colmatado. En este valle, encontramos una atractiva vegetación incluyendo sobre todo palmeras y otra vegetación autóctona.