Al norte de la capitalidad del municipio y tras pasar La Vega de Casitas Blancas, nos encontramos con Masdache, pueblo tendido sobre un mar de lavas procedentes de las erupciones volcánicas de 1730-36. Es este pueblo de escasa población y sus casitas parecen clavadas en las rocas. Existen en este lugar afamadas bodegas con varios siglos de existencia y su suelo produce los caldos que han dado fama a los vinos de Lanzarote.
Como acto cultural más destacado, en las fiestas, es la Romería homenaje al labrador de Masdache, en la que todos los vecinos simulando que vienen de trabajar la tierra, con utensilios de labranza y sus animales y sus animales, dirigiéndose al centro sociocultural, donde compartirán el pan elaborado a mano en horno casero, así como el caldo de millo, las papa arrugadas con queso y uvas recién cogidas.
Un pueblo bellísimo, modesto y tranquilo, enclavado en un paisaje agrario único en el mundo, formado por casi 2.000 hectáreas de tierra cubierta de ceniza volcánica: La Geria. Las parras se cultivan en hoyos y se resguardan con paravientos de piedra. Todo se hace de manera artesanal: desde la construcción del muro, hasta la vendimia Desde aquí se aprecia el Parque Natural de los Volcanes. No se fie del sol y abríguese: en 1995, Masdache registró la temperatura más baja de la historia de la isla. Tan sólo un grado centígrado.
La Bodega Vega de Yuco está situada en lo alto del Camino del Cabezo, y desde su pequeño jardín botánico se obtiene una inmejorable vista del pueblo. Además de sus blancos y tintos, merece la pena probar su variedad de licores. Masdache guarda los secretos del licor de moras artesano y de otras deliciosas variedades como el de café o el de leche de cabra. Bodegas Martinón se encuentra al final de otro cruce de caminos y es, igual que la anterior, una bodega joven que decidió apostar por el paisaje, la calidad y la modernidad. Es indispensable parar en ambas para realizar una cata y comprobar el abrumador sosiego de la zona.