¿Qué es lo primero que verá esta mañana cuando salte de la cama? ¿El océano? ¿Un mar azul extendido como una moqueta en el salón? ¿Una extensión de olas que llegan al puerto entre motoras, barcos de pesca del marlin azul y barcos de avistamiento de delfines?
Si la respuesta es sí, hay muchas posibilidades de que Ud se encuentre en Puerto Rico, en el sur de Gran Canaria, uno de los lugares de Europa que reúne a mayor número de gente obstinada. ¿Obsti qué?
Sí, sí, nos referimos a gente empeñada en ver entrar el mar por la ventana, mientras se hace el café por las mañanas. Empecinada en tomar el sol aunque sea pleno diciembre. Empecinada en ver las primeras luces del día con el mar sentado al lado, casi al pie de la cama. En Puerto Rico nadie quiere perderse las vistas al océano.
También están los que siguen empeñados en pasar sus días en Puerto Rico en bañador, las 24 horas, acostándose a la hora que Dios les dé a entender y sin recordar absolutamente nada ni de la oficina ni de la comunidad de vecinos o de la letra del coche.
La culpa de toda esta situación la tiene el dichoso buen clima que vive en Puerto Rico prácticamente todo el año. Un sol suave que parece no querer dejar este pequeño valle del sur de Gran Canaria, ni su playa ni los apartamentos y hoteles que riegan los acantilados.
Ese sol suave, que se reparte prácticamente los doce meses (incluídos inviernos, veranos y fiestas de guardar…). El mismo sol suave que ha convertido la pequeña playa de Puerto Rico y su vecina playa de Amadores en uno de los lugares con mejor clima de toda España.